«Bajé al sótano en busca de un mal consejo,
usé tus puñaladas como vacuna…»
Tendría que escribir un epitafio
por cada versión que inventé y arrojé
al mundo para justificarme
ante otro hálito de percepción.
Tendría que haber escrito un preludio
para cada silencio.
No tendría así que justificarme.
Y me enredo, hoy, como todas las mañanas que fumo,
escribo, desayuno
tarde,
amanezco pronto
y me olvido la medicación en el armarito,
en la idea de que lo distintos que somos ahora
podía haber sido el lazo perfecto
de habernos conocido en otro universo o s. e-t.
Y es ahora, llega el momento,
me muerdo una uña y me dejo en carne viva
vomitando sobre cualquier superficie
mientras me fumo un cigarro
y suena Sabina en repeat.
Estamos gritando todas las personalidades,
míranos.
Me muerdo otra uña y pienso en ti,
eres todo ausencia.
Y yo estoy desnuda sobre tu recuerdo,
tentando a las ganas de accidente,
aullando de miedo,
como si alguien escuchase.